Aún recuerdo aquel frío día de invierno, cuando fuimos a visitar a mi hermana y a mi sobrina en el pueblo de Neuss, en Alemania. Como de costumbre, salí antes del salir del sol mientras todos aún dormían. Con qué gusto sentí el frío del viento fresco en mi rostro, un fantástico contraste con el calor, a veces excesivo, de la calefacción habitacional.
Con gran alegría sentí cómo los enormes árboles me llamaban. Ahhh. Era algo increíble. Que majestuosidad! Árboles que sí pudieran hablar nos contarían historias sensacionales acerca de la vida de la Alemania de los años pasados. Seguí caminando entre la naturaleza y de repente me topé con unas ruinas antiguas. Ahhh!!! Si sólo pudieran hablar! Justo enfrente de esas ruinas había un jardín de niños, un Kinder. Que maravilloso privilegio poder reunirse con otros niños y sentir la enorme energía positiva que despiden esos árboles centenarios. Mi imaginación voló hacia el pasado y claramente sentí que estaba en la Alemania medieval.
Una ardilla interrumpió mis pensamientos al correr enfrente de mi y saltar hacia el Sr. Árbol justo enfrente de mi. Habrá sido una invitación personal?
De repente recordé que necesitaba regresar antes de que despertaran nuestros hijos. Con casi nostalgia recordé el delicioso desayuno a la mexicana con el cual nos había recibido Yolanda el día anterior. Los sabores de la infancia… Que magia!
Así soñando con los platillos de nuestra madre me regrese a la casa de mi hermana. Cual fue mi sorpresa al pasar por una panadería… Ahhhh. Que olores maravillosos. Panes de mil sabores! La selección era impresionante! Era época festiva, así es que había hombrecitos de jengibre de todos los tamaños. No pude resistir la tentación de tomar fotos de esas maravillas gastronómicas tan artísticas!
El irresistible aroma del pan recién horneado estaba enloqueciendo mis sentidos. Se me hacia más y más agua la boca a medida que pasaba cada segundo!!
«Ayyyy. Es mejor desayunar con los demás» pensé mientras sentía el inmenso deseo de probar al menos una de esas delicias.
«Que importa! Puedes desayunar dos veces! Seguramente aún estarán dormidos,» me dije. Así pedí pan y pastelillos como para un regimiento mientras me hacían mi bolillo con jamón, queso, lechuga, jitomate y mantequilla. También me pedí un cuernito de pasta hojaldrada.
Ayyyy! Qué larga la espera a mi turno! Finalmente me tocó pedir mi antojo. Cuanto agradecí a Diosito por ese privilegio!! Yummm yummmmm!! Nunca tomo café, pero esa mañana, sintiendo la presencia de mi adorable madre y abuelita, pedí café con leche.
Ahhhhhh. Que delicia! Mis cinco sentidos exaltados, me fuí a sentar junto a una señora que parecía estar enojada con la vida. Le sonreí, deseándole amor y salud, y coloqueê mi charola sobre la mesa.
La vista hacia afuera era maravillosa. Árboles navideños por doquier en la plaza central de Neuss. Ahhh. Que belleza. Tome una foto de mi tesoro culinario y la vista al exterior, le di gracias a Dios, y con enorme gusto mordí mi sándwich.
Ahhhhh… Que orgasmo espiritual y gastronómico! Wowww!!! Que privilegio! Empecé por la torta de jamón con queso. El pan crocante… suculento…fresco…delicioso, se desbarataba en mi boca en una sinfonía de sabores. Que mantequilla! Delicia divina… Mastiqué lentamente cerrando los ojos mientras veía en mi mente al panadero que se levantaba muy temprano para que yo pudiera deleitarme de esta manera en las primeras horas de la mañana. Ayyyy…. Como agradecerle suficientemente?
Imposible!
Y el ataque de gratitud continuaba… Ahora pensaba en el granjero que cuidaba las vacas que produjeron tan mágica mantequilla! Y al transportista que la condujo hasta el mercado, y al cajero que me cobro, y…
Un sinnúmero de personas pasaron para que yo pudiese ser parte de éste sueño intenso y maravilloso. Cerré de nuevo mis ojos, sintiendo a mi adorado esposo Ibrahim, encantado de verme tan feliz, también el gozando de su café y su torta en otro continente físicamente, pero junto a mí en espíritu.
Sentí cómo la señora junto a mi me veía extrañada. «Que le estará pasando a esta señora? Porqué estará cerrando los ojos y sonriendo con sí misma?»
La verdad es que no quería hablar con nadie. Este momento era mi momento. Mi orgasmo espiritual. Mi gratitud intensa que me estaba purificando…
Ahhhh…
Increíble… entre a una cafeteria ordinaria y terminé en un momento de éxtasis, en un mundo irreal: el mundo de lo ordinario que realmente es extraordinario, si sólo tenemos el valor de verlo como tal…
De verdad, la felicidad depende simplemente de cómo veamos la vida…
Un simple acto, como el de saborearse un cuernito, puede ser una enorme fuente de felicidad, si solo lo decidimos. Como diría mi Mama, que pinche vidón maravilloso!!
Orgasmos Espirituales. Gloria Belendez-Ramirez
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